Hemos visto en las entradas anteriores el especializado y largo proceso que conduce al descubrimiento y selección entre miles de candidatos del que será el futuro fármaco que se pondrá en el mercado.
A continuación, explicaré la denominada fase preclínica, situada entre la fase de investigación y los ensayos clínicos. Esta fase se va a dividir en dos partes: una centrada en determinar la seguridad del compuesto líder resultante de las todas las etapas anteriores y una segunda consistente en incorporar el compuesto en un sistema de liberación de fármacos. Existen muchos sistemas de liberación de fármacos, todos ellos con pautas específicas para su desarrollo, producción, almacenaje y uso. Entre los más comunes y popularmente conocidos se encuentran los medicamentos orales (pastillas, cápsulas, tabletas...).
Retomando el punto donde lo dejamos en la entrada anterior, vamos a partir de un compuesto líder optimizado, el cual: es capaz de unirse a una de las dianas terapéuticas que juegan un papel primordial en una enfermedad concreta, es farmacológicamente activo y aparentemente no tóxico.
De ahora en adelante, el formulador farmacéutico será quien determine cuál es la mejor manera de administrar ese compuesto en su área de acción dentro del organismo.
La manera más adecuada de comenzar este proceso es centrarse en obtener un mayor entendimiento del complejo farmacológico, teniendo en cuenta el tipo de método de administración que probablemente se empleará para el fármaco. Para hacerlo deben plantearse una serie de preguntas en torno a sus propiedades físicas y químicas: ¿es soluble en agua, liposoluble o una combinación de ambos?, ¿puede llegar a cristalizarse?, ¿pueden estos cristales reducirse a partículas más pequeñas?, ¿se trata de un fármaco químicamente estable?, en caso de serlo ¿durante cuánto tiempo?, ¿de qué manera se degrada, lo hace en un ambiente ácido?. Todas estas preguntas han de ser respondidas antes de incorporarlo a una forma real de administración.
De ahora en adelante, el formulador farmacéutico será quien determine cuál es la mejor manera de administrar ese compuesto en su área de acción dentro del organismo.
La manera más adecuada de comenzar este proceso es centrarse en obtener un mayor entendimiento del complejo farmacológico, teniendo en cuenta el tipo de método de administración que probablemente se empleará para el fármaco. Para hacerlo deben plantearse una serie de preguntas en torno a sus propiedades físicas y químicas: ¿es soluble en agua, liposoluble o una combinación de ambos?, ¿puede llegar a cristalizarse?, ¿pueden estos cristales reducirse a partículas más pequeñas?, ¿se trata de un fármaco químicamente estable?, en caso de serlo ¿durante cuánto tiempo?, ¿de qué manera se degrada, lo hace en un ambiente ácido?. Todas estas preguntas han de ser respondidas antes de incorporarlo a una forma real de administración.
Una de las propiedades más importantes que deben conocerse acerca de un fármaco es su solubilidad en agua. Cuando se administra un medicamento la mayoría de ellos entran en contacto con algún fluido biológico compuesto de agua, puesto que el cuerpo humano en su mayor parte se compone de ella.
La solubilidad es una característica muy importante para la inmensa mayoría de los medicamentos, pero especialmente para aquellos que van a ser absorbidos en el tracto gastrointestinal (TGI). Así por ejemplo, una aspirina no podría ser absorbida por el intestino aunque se descompusiese en fragmentos más pequeños si no se llegase a disolver en los fluidos intestinales.
La solubilidad es una característica muy importante para la inmensa mayoría de los medicamentos, pero especialmente para aquellos que van a ser absorbidos en el tracto gastrointestinal (TGI). Así por ejemplo, una aspirina no podría ser absorbida por el intestino aunque se descompusiese en fragmentos más pequeños si no se llegase a disolver en los fluidos intestinales.
En el caso de que el compuesto posea nula o baja solubilidad en agua, el formulador farmacéutico planteará distintas estrategias para incrementarla. En lugar de ello, como segunda alternativa puede darse un paso atrás en este proceso y retornarse al laboratorio químico donde se sintetizará una forma salina del mismo.
Pero la solubilidad del compuesto no sólo debe ser examinada en un medio acuoso, sino también en distintos medios ácidos, debido a que los fluidos gastrointestinales cuentan con diferentes grados de acidez.
Además del agua debe evaluarse la acción de otros solventes empleados en la formulación final del complejo farmacológico como el glicerol, el etanol o el propilenglicol. Así como solventes utilizados en el proceso de fabricación como el alcohol isopropílico, el metanol y el acetonitrilo.
Pero la solubilidad del compuesto no sólo debe ser examinada en un medio acuoso, sino también en distintos medios ácidos, debido a que los fluidos gastrointestinales cuentan con diferentes grados de acidez.
Además del agua debe evaluarse la acción de otros solventes empleados en la formulación final del complejo farmacológico como el glicerol, el etanol o el propilenglicol. Así como solventes utilizados en el proceso de fabricación como el alcohol isopropílico, el metanol y el acetonitrilo.
Fuentes: UTAustinX: UT.4.01x Take Your Medicine - The Impact of Drug Development.
http://indacea.org/desarrollo-de-medicamentos-1/
Valentia Biopharma S.L.
http://www.pharmatechespanol.com.mx/articulo/820.polimeros_avanzados_para_mejora_de_la_solubilidad
http://indacea.org/desarrollo-de-medicamentos-1/
Valentia Biopharma S.L.
http://www.pharmatechespanol.com.mx/articulo/820.polimeros_avanzados_para_mejora_de_la_solubilidad
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